Se describe a Jesús como vástago tierno, como raíz de tierra seca.
No había en él belleza ni majestad alguna; su aspecto no era atractivo y nada en su apariencia lo hacía deseable.
Despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, hecho para el sufrimiento.
Todos evitaban mirarlo; fue despreciado, y no lo estimamos.
No había hermosura en su aspecto. En la perspectiva humana Jesús no era atractivo.
No tenía lo que se pensaba para tener una Buena Autoestima.
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